Su obra no lo circunscribe a una época ni a un solo individuo. Simón Bolívar, el héroe vivo y real, cuyos 235 años de nacimiento recordamos este 24 de julio, escribió con la espada y la pluma los ideales que izó.

El Libertador se identificó con los destinos de su patria y del continente.  “La Patria es América”, dijo, y lo reafirmó en la Carta de Kingston, donde hablaba de “Una América no aún bien fijada, y aunque los seres que piensen son todos independientes, la masa general ignora todavía sus derechos y desconoce sus intereses”.

Para él, “La unidad de nuestros pueblos no era una quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino. Unámonos y seremos invencibles”, aseveró.

El gran caraqueño

El hombre que supo de disciplinas y derrotas, triunfos y sinsabores y que con su espada logró la independencia de Nueva Granada, Perú, Venezuela, Bolivia y Ecuador, trabajó por la unión de una sola República, anhelo de su vida.

De hecho, en el Congreso de Angostura, decretó precisamente esa unión en la República de la Gran Colombia.

El Gran Caraqueño, como lo llamó Martí, pretendía con aquella juntura crear una nación poderosa e independiente. Bolívar se enfrentó al caudillismo y a la oligarquía y también a las muchas contradicciones políticas existentes entre los federalistas y los partidarios del centralismo por el que abogaba.

En su corta vida jamás se rindió. Guerrero impetuoso, al perder la Primera República, arremetió con empuje arrollador a la cruzada que llamó Campaña Admirable.

El hidalgo ejemplar

El asedio indetenible de los ejércitos llaneros al mando del español José Tomás Broves, provocó el éxodo masivo de la población de Caracas hacia el oriente del país.

Nuevo revés para Bolívar, no exento de traiciones e intrigas, y un nuevo exilio.

La ya citada Carta de Jamaica, refrendaría su declaración de principios y sería la base programática de más de un lustro de preparativos para la nueva contienda con la que pretendía llevar  al continente la independencia definitiva. Sueño que no logró.

El vencedor de Carabobo, Boyacá, Pichincha, Junín y Ayacucho; el hidalgo ejemplar a la vera de cuya estatua en Caracas nuestro Apóstol rindió tributo y proclamó la unidad con sus ideas, murió a los 47 años en Santa Marta, a los pies de la Sierra Nevada, en  Colombia. El fuego de sus hazañas ilumina el continente.