Sin dudas, la histórica victoria del persistente candidato progresista Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales mexicanas de este domingo, no solo tiene importantes repercusiones nacionales, sino también en el ámbito regional.

Se trata del triunfo de un programa de corte popular que resume, en primer término, el deseo de cambio de una sociedad carcomida por la corrupción, la desigualdad, la demagogia política y la violación de las leyes.

México se enfrenta, además ahora a un vecino poderoso que desde el Norte arremete con fuerza desde el punto de vista socioeconómico.

López Obrador ganó inobjetablemente a pesar de las denuncias sobre episodios de violencia, lo que evidencia la fuerza con la cual sus propuestas han sido aceptadas por la mayoría de los mexicanos.

Una muy buena noticia

Para las fuerzas latinoamericanas y caribeñas que abogan por cambios positivos y por un entorno regional equilibrado y en paz, la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales mexicanas es un importante aliciente.

Se trata de que una de las naciones más influyentes del área puede encaminarse ahora por rutas más edificantes y trabajar en profundidad en favor, no solo de sus ciudadanos, sino de todo el Sur del Hemisferio en su conjunto.

Un importante acontecimiento sin dudas, cuando desde el Norte, y con la complicidad de la ultraderecha regional, se intenta subvertir todas las experiencias políticas progresistas en nuestra zona geográfica y reconvertir a América Latina en el dócil y expoliado traspatio de Washington.