La Habana, Cuba. – Dicen que en los días de profunda angustia, el pelo se le volvió cano al poeta bayamés Juan Clemente Zenea Fornaris, encarcelado en la Fortaleza de La Cabaña.

El lírico de la segunda mitad del siglo XIX se había entrevistado con Carlos Manuel de Céspedes, presidente de la República en Armas, pero fue infructuoso el diálogo: el Padre de la Patria se negó rotundamente a deponer las armas.

Después del encuentro e intentar viajar a Estados Unidos, una columna española lo sorprendió y detuvo; poco importó el salvoconducto que llevaba el poeta: lo encarcelaron, juzgaron y condenaron a muerte por fusilamiento.

Luego de 8 meses, el 25 de agosto de 1871 se cumplió la sentencia en el Foso de los Laureles; Juan Clemente Zenea Fornaris, el bardo taciturno y desolado, los últimos versos los escribió desde el encierro y los llamó Diario de un mártir.

Reivindicación de Zenea

El historiador Raúl Rodríguez La O, en entrevista con el periodista Eduardo Grenier, afirma que durante años se creyó que Juan Clemente Zenea traicionó la causa independentista; él considera que el bardo era un agente por cuenta propia que proveía a los mambises de información sobre los españoles.

En más de 30 años interpretando hechos para desbrozar el camino hacia la sentencia de Zenea, el investigador destaca la apreciable opinión de José Martí sobre el poeta y la confianza que le depositó Céspedes, incluyendo acompañar a su esposa, Ana de Quesada, a los Estados Unidos.

Otro elemento que valora Rodríguez de la O es que cuando fue capturado, no delató el lugar donde se encontraba la jefatura mambisa en la manigua.

Juan Clemente Zenea, fue de versos delicados, sin los clamores y efervescencias de los del primer grupo del romanticismo cubano.