Por: Joel García

Aunque algunos dudaron de que Cuba alcanzara el segundo lugar en la tabla de medallas, la actuación de los cubanos en los XVI Juegos Panamericanos en Guadalajara, México, puede calificarse de emotiva, excelente y patriótica, más allá de los 58 títulos y las 136 preseas en total.

Guiados por el atletismo y los deportes de combate, tal y como ha ocurrido históricamente, Cuba secundó a Estados Unidos en la tabla de medallas.

Más allá de lo cuantitativo, a la cifra de doradas le acompañaron 8 récords panamericanos de talla mundial, como lo fueron el del vallista Dayron Robles; el envío de Guillermo Martínez en la jabalina, o la altura conseguida por el capitalino Lázaro Borges en el salto con pértiga, por solo mencionar algunas de las huellas más ilustres.

Un segundo lugar merecido

El hecho de que Estados Unidos no haya acudido con sus primeras figuras en algunos deportes, no resta méritos al desempeño de los nuestros en los Juegos Panamericanos de Guadalajara hace cuatro años.

A la fiesta estaban invitados todos, y aprovechar las debilidades del contrario siempre ha sido un recurso imprescindible en el deporte.

Nombres como los de Adriana Muñoz, Andy González, Lesyani Mayor, Roberto Skyers y Omar Cisneros se unieron a consagrados para levantar el mayor botín de la delegación. Guadalajara pasaría a la historia como la última ocasión hasta ahora en que escoltamos a los norteños en el podio por naciones.

A las puertas de Toronto, nuevas historias se escribieron con el honor del deber cumplido, pero el deporte cubano estaba llamado a una renovación total, desde el punto de vista táctico y estratégico.