Sancti Spíritus, Cuba. – La noticia está todavía hirviente, latiendo en los corazones y las tantas gargantas que han sido protagonistas. Mediante la Resolución 18 del año 2022, emitida por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, a cinco décadas de la fundación del Movimiento de la Nueva Trova, justamente, la trova cubana ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación.

Con la buena nueva, que se dio a conocer y se celebró en la ciudad granmense de Manzanillo, ante todo se reverencia ese cantar comprometido a fuerza de talento, sugerencia y sentimiento que nos ha acompañado desde hace siglos.

Es el homenaje a cientos y cientos de poetas que, guitarra en mano, han encontrado en las múltiples aristas de la vida motivos más que inspiradores para cantar, enamorar, seducir a base de acordes y textos profundamente intensos, cargados de lirismo y compromiso con el arte sincero.

Una declaración que nos honra con poesía

Para Leonardo García, trovador integrante del proyecto santacruceño La Trovuntivitis, cualquier impulso que se le confiera a la trova en Cuba representa una deuda que se zanja, precisamente por todo lo que la trova ha contribuido a elevar el espíritu polifacético y agitado de esta nación.

Y el acto de justicia no solo se hace con los que cantan y van por la vida con la emoción y los distintos acordes de la realidad a cuestas.

También con la Declaración de la Trova como Patrimonio Cultural de la Nación se hace indispensable el reconocimiento a esas instituciones culturales que han respaldado o han dado cobija a proyectos que han anclado en el gusto bohemio de muchos.

Tal es el caso del villaclareño centro cultural El Mejunje, donde la norma es la mismísima diversidad, y la trova tiene un papel predominante entre los públicos más inquietos.