La Habana, Cuba. – Los Juegos Olímpicos de 1924 fueron celebrados en París, Francia, que se convirtió de esta manera en la primera ciudad en acoger por partida doble esta fiesta del deporte mundial.

Los VIII Juegos fueron acortando la fecha de competencia a dos meses y medio –todavía muy extensos respecto a lo que conocemos hoy- y reunieron a más de 3 mil deportistas, de ellos 136 mujeres.

Por primera vez se usó el eslogan Olímpico: Citius, Altius, Fortius (Más rápido, más alto, más fuerte), en tanto el finlandés Paavo Nurmi volvió a ser historia.

El formidable atleta ganó las carreras de mil 500 y 5 mil metros, con solo una hora de diferencia entre ambas, así como el cross-country. La cita parisina que cerró el primer cuarto del siglo XX tuvo una discreta participación cubana.

El retorno de Cuba y de Ramón Fonst

Luego de tres ausencias consecutivas a los Juegos Olímpicos, Cuba retornó a la cita de París en 1924.

El triple campeón de estos certámenes, Ramón Fonst, regresó también junto a otros cinco esgrimistas: Alfonso López, Eduardo Alonso, Ramiro Mañalich, Salvador Quesada y Osvaldo Miranda; mientras Enrique Conill, Antonio Saavedra y Francisco Cisneros intervinieron en la prueba de yatismo con una embarcación denominada Hatuey.

En realidad, la presencia de Fonst podemos considerarla simbólica, ya que a la edad de 41 años, muy poco podía hacer frente a reconocidos espadachines, incluso más jóvenes.

El resto de los competidores tampoco pasaron de las eliminatorias y así el nombre de Cuba fue apenas uno más entre las 44 naciones representadas.