La Habana, Cuba. – A diferencia de las grasas y otros alimentos, el azúcar interfiere con el apetito del cuerpo creando un deseo insaciable de seguir comiendo.
Toda persona que ingiera azúcar, ya sea en forma de glucosa, fructosa o sacarosa, quiere más y más, incluso cuando ya no tiene hambre; y es tan difícil luchar contra un antojo de dulce como lo es por un cigarrillo.
Algunas personas se vuelven adictas al azúcar y necesitan consumir una gran cantidad, que las hace sentir bien durante unas horas, aunque luego se produce una caída en un estado depresivo, irritable o de fatiga.
Para quienes sospechen que podrían tener una adicción al azúcar, cambiar a una dieta de bajo índice glucémico podría ser la respuesta; esa dieta estabiliza los niveles de azúcar en la sangre, evitando las fluctuaciones anormales y no activando los sistemas de recompensa y deseo del cerebro.
Más azúcar igual obesidad
La sensación de necesidad de azúcar debe ser motivo de alerta. Tener ganas intensas de comer un chocolate después de un mal día podría ser, por ejemplo, síntoma de ansiedad o depresión.
Es evidente que el consumo de azúcar en exceso y también de otros alimentos, tienen un impacto negativo en el organismo, por ello, un buen inicio es reducir la compra de dulces, echar menos cucharitas de azúcar al café, beber menos refrescos gaseosos y evitar las golosinas.
Ya lo ratifican los especialistas: la responsabilidad es individual, saber elegir alimentos con mejor calidad para el cuerpo, así como modificar hábitos dietéticos es primordial para evitar problemas de salud como sobrepeso, diabetes y otras enfermedades crónicas.
Recuerde que ningún alimento es malo, lo malo son los excesos.