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A diferencia de las grasas y otros alimentos, el azúcar interfiere con el apetito del cuerpo creando un deseo insaciable de seguir comiendo; un efecto que es responsabilidad de la industria alimentaria por utilizarlo para incrementar el consumo de sus productos.

Toda persona que coma azúcar, ya sea en forma de glucosa, fructosa o sacarosa, quiere más y más, incluso cuando ya no tiene hambre. Y es tan difícil luchar contra un antojo de dulce como lo es por un cigarrillo.

Algunas personas se vuelven adictas al azúcar y necesitan ingerir una gran cantidad, que las hace sentir bien durante unas horas; aunque luego se produce una caída en un estado depresivo, irritable o de fatiga.

Es por ello que las dietas funcionan temporalmente, y que la terapia de adicción sería más adecuada.

Librarse de la ansiedad por el azúcar

El enfoque comer menos y hacer más ejercicio para perder peso presupone que todas las calorías son iguales. Sin embargo, una reciente investigación proporciona evidencia que apunta no sólo a la cantidad de comida que comemos, sino también al tipo.

Para quienes sospechen que podrían tener una adicción al azúcar, cambiar a una dieta de bajo índice glucémico podría ser la respuesta.

Esa dieta estabiliza los niveles de azúcar en la sangre, evitando las fluctuaciones anormales y no activando los sistemas de recompensa y deseo del cerebro.

Además, al evadir los alimentos de alto índice glicémico, estos son reemplazados con comestibles que contienen más vitaminas, minerales, y fibra, que pueden combatir enfermedades como la  obesidad.

Más azúcar igual obesidad

La sensación de necesidad de azúcar debe ser motivo de alerta. Tener ganas intensas de comer un chocolate después de un mal día podría ser, por ejemplo, síntoma de ansiedad o depresión.

Es evidente que el consumo de azúcar en exceso y también de otros alimentos, tienen un impacto negativo en el organismo.

Por ello, un buen inicio es reducir la compra de dulce, echar menos cucharitas de azúcar al café, beber menos gaseosas y evitar las golosinas.

La responsabilidad es individual: saber elegir alimentos con mejor calidad para el cuerpo, así como modificar hábitos dietéticos es primordial para evitar  problemas de salud como sobrepeso, diabetes y otras enfermedades crónicas.

Recuerde que ningún alimento es malo, lo malo son los excesos.