La Habana, Cuba. – Fumar cuesta más de lo que pensamos es una verdad que hace franca alusión a los altos precios que cobra tal adicción. No solamente se refiere a su carga monetaria para el bolsillo del fumador y el impacto negativo en los ingresos familiares y en los gastos de las economías nacionales.
También hace referencia al peor de los costos: el humano, en tanto genera enfermedades, discapacidades, daños psicológicos y hasta muertes.
Está claro que llevarse un cigarrillo a la boca es una decisión de cada persona, pero los fumadores deben tener en cuenta que sus conductas adictivas lo afectan a él, a quienes no las practican y a sus países.
Por tanto, el llamado es a que se tome consciencia de todas las nefastas consecuencias que su dañino hábito tabáquico origina y representa.
Aristas de una realidad
Al detallar la carga económica del tabaquismo, es preciso señalar que esa adicción requiere grandes desembolsos para la compra de cigarrillos y ello significa menor cantidad de dinero para suplir necesidades básicas de la familia.
Se suman los costos relativos al sufrimiento de vivir con una persona adicta con problemas de salud, a la que se dedica tiempo en atención.
Por otra parte, está la carga económica que este hábito impone a la sociedad en gastos relacionados con la atención médica de las dolencias que produce y sus complicaciones, pago de pensiones, pérdida de fuerza de trabajo y años potenciales de vida perdidos por enfermedad, discapacidad o muerte prematura, así como daños al medioambiente, entre otras afectaciones.
Estimaciones realizadas refieren los altos costos de atención médica atribuibles al consumo de tabaco.