El 11 de septiembre de 1982 se enlutó la plástica cubana con el deceso en París de uno de sus más brillantes creadores: Wifredo Oscar de la Concepción Lam y Castilla, según indica su partida de nacimiento, ocurrido en el poblado villaclareño de Sagua la Grande.
Sus primeros conocimientos sobre formas y colores los obtuvo en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, donde fue condiscípulo de Víctor Manuel, otro alumno que figuraría entre los grandes de la pintura cubana.
Favorecido por una beca concedida por su ciudad natal, Wifredo Lam arribó a Madrid por primera vez a los 22 años.
Su larga permanencia en España le permitió completar su formación profesional, y en la tercera década del siglo XIX contribuyó a crear la Asociación de Intelectuales Antifascistas.
Uno de los creadores fundamentales de su tiempo
Durante su estancia en España, Wifredo Lam conoció a destacadas personalidades del mundo de las artes y las letras, como Azorín, André Malró y Alejo Carpentier.
También en Madrid asistió por primera vez a una exposición de Picasso, y desde entonces su pintura dio un vuelco en el que se acercó más al arte africano; al terminar la Guerra Civil Española, ambos artistas se conocieron, y desde entonces fueron inseparables.
La Segunda Guerra Mundial hizo que Lam volviera a Cuba, y se produjo un segundo giro en su obra creadora. Desde entonces, el artista antillano viajó sin descanso por Estados Unidos, América Latina y Europa.
Durante los últimos 20 años de su vida, Lam fue considerado como uno de los creadores fundamentales de su tiempo.