La Habana, Cuba. – Cada vez más las mujeres ganan notoriedad en el mundo del deporte. Disciplinas puramente masculinas como fútbol, básquet, boxeo o halterofilia van quedando atrás ante su inspiración y empuje.

Este fenómeno tiene sus antecedentes en la segunda edición de los Juegos Olímpicos modernos, en París 1900. Por primera vez las féminas pudieron participar en el evento deportivo, aunque apenas se habilitaron tres disciplinas para que pudieran competir: golf, croquet y tenis.

En esa cita, Charlotte Cooper se convirtió en una pionera para el tenis y el deporte femenino, pues fue la primera atleta en recibir un oro olímpico en la historia de la competencia.

Poco después, la esgrimista húngara Ilona Elekla se convirtió en la primera mujer con dos medallas olímpicas consecutivas: en Berlín 1936, y tras años de interrupción, en Londres 1948.

Talento y belleza

Desde la cita olímpica de París 1900 hasta nuestros días, muchas atletas se han convertido en íconos para el deporte femenino.

La neerlandesa Fanny Blankers-Koen fue la primera en ganar cuatro oros olímpicos, en Londres 1948, estando embarazada de tres meses; mientras que en 1968, la mexicana Enriqueta Basilio fue pionera en el encendido de la antorcha olímpica.

La gimnasta rumana Nadia Comanechi fue furor en Montreal 76, cuando con 14 años obtuvo el primer 10 perfecto en la historia de la disciplina y se llevó cinco medallas, tres de ellas de oro.

Recordemos también a la alemana Jutta Kleinschmidt, única mujer en lograr el título del Rally Dakar, en su edición de 2001; y a la británica Nicola Adams, primera campeona olímpica de boxeo, en Londres 2012, y luego en Río 2016.