La Habana, Cuba. – Este 8 de marzo la fiesta es bienvenida cuando se dice mujer. En el deporte cubano sobran las ganas de cualquier homenaje, pues no solo ilumina con su belleza cada competencia, sino que ha aportado lo mejor de sí en cada resultado.

Vaya entonces el recuerdo más nítido por ese esfuerzo y voluntad para conquistar una medalla, por simultanear la casa, el hijo y el deporte.

No es posible hablar de cuánto ha hecho Cuba por la actividad física sin mencionar el aporte tierno de la mujer atleta, entrenadora, profesora, psicóloga y madre de los campeones que todos aplaudimos un día.

Por eso el 8 de marzo significa Mireya Luis, Ana Fidelia, Legna Verdecia, María Caridad Colón, Miguelina Cobián, Driulis González, Lisandra Guerra, Leyanet González, entre otras tantas figuras que han llenado de amor, ternura y belleza sus premios.

De María Caridad Colón a Idalis Ortiz

Quiso el destino que del atletismo al judo se cierre el círculo de campeonas olímpicas del deporte cubano. La baracoense María Caridad Colón se convirtió en la primera campeona olímpica de América Latina en Moscú con el arrojo y la sencillez de los grandes héroes.

Su disparo aún permanece en la mente de muchos, como si aquella jabalina no cayera nunca.

La artemisa Idalis Ortiz en Londres, hace 10 años, se alzó con la última corona a este nivel desde un tatami inmenso. No obstante, corredoras, voleibolistas, taekwondocas y ciclistas siguieron la senda de premios en las citas estivales.

El simbolismo de esas doradas olímpicas y de todas las medallas alcanzadas hay que buscarlo siempre en esa capacidad tierna de besar y abrazar al deporte como lo hacen en el amor. ¡Virtud única e incomparable!

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