18 de febrero de 1818 – 17 de agosto de 1870

Perucho Figueredo

A 203 años del natalicio de Pedro Felipe «Perucho» Figueredo y Cisneros, la vigencia de su ejemplo confirma su verso “Morir por la Patria es vivir». Sus dotes artístico-literarias alcanzaron la cumbre cuando integrado al Comité Revolucionario de Bayamo, organizó los preparativos del movimiento revolucionario y compuso la música de La Bayamesa, marcha que fue entendida como un himno de insurrección.

Para el fundador junto a Carlos Manuel de Céspedes, de la Sociedad Filarmónica de Bayamo (1851), integrante de la Logia masónica donde se conspiraba contra el colonialismo, fue un momento sublime que el pueblo enardecido por los festejos de la toma de la ciudad le pidiera escribir la letra de la música marcial que se dio a conocer públicamente el 20 de octubre de 1868.

Personalidad y sentir del Mayor General del Ejército Libertador, abogado que renunció a su profesión desmotivado por vivir en un tiempo político corrompido donde derechos y justicia se pasaban por alto, fueron volcados en la letra de la que se convirtió en el Himno Nacional de Cuba (primeras 2 estrofas de la versión original).

Al combate corred, bayameses,

que la patria os contempla orgullosa.

No temáis una muerte gloriosa,

que morir por la Patria es vivir.

En cadenas vivir, es vivir

en afrenta y oprobio sumido.

Del clarín escuchad el sonido.

¡A las armas valientes corred!

Figueredo fue uno de nuestros próceres que dejó su riqueza a un lado y se puso al servicio de la causa revolucionaria. Una de las figuras claves para entender la identidad de la cultura cubana, la complejidad de los años de nuestras guerras de independencia y las luces del proceso revolucionario. ¡Generación histórica esa a la que perteneció! Hombres de honor y firmeza que forjaron los cimientos que nos sirven de guía. Nuestra historia es hermosa, y pienso que cada día debemos volvernos hacia a ella para entender por qué las tareas del presente y cuál camino escoger en el futuro.

Hoy el Himno de Bayamo es un símbolo que identifica nuestra nación. Representa las luchas y el amor de aquellos que sacrificaron todo por alcanzar la soberanía e instaurar un nuevo orden político y social. Orgullo sentimos los cubanos cuando escuchamos la ejecución de nuestro Himno por bandas militares, orquestas sinfónicas, a voces, a piano e incluso a trompeta. En contadas ocasiones se ha llevado estas notas a una interpretación de música popular, y en “Me dicen Cuba” de Alexander Abreu, el mensaje llegó de otra manera a las nuevas generaciones.  Fomentar y desarrollar valores patrios, hacer conciencia del respeto y la tradición histórica de la nación, sin alterar elementos o denigrar la melodía es el objetivo.

Que resulte más cercano a nuestra cotidianidad y que en su uso medie el honor, es el principal propósito de la Ley 128 de Símbolos Nacionales de la República de Cuba, que rige el uso y conservación. Entonarlo con orgullo por lo que representa, es ir a tono con los tiempos y con las nuevas trincheras que hoy defendemos.

En la voluntad institucional y familiar, está la base para inculcar en los jóvenes valores cívicos a partir del conocimiento, respeto y veneración. Nuestra responsabilidad está en enseñar que cuando se enaltece y solemniza al Himno, se rinde el máximo homenaje a su creador, a los héroes y mártires de la Patria, como símbolo de identidad, historia y continuidad.