Temperamental y caprichosa fuera de su arte, Sarah Bernhardt dominó las tablas y llenó el espacio con hechizo y voz sonora: la llamaron divina; ni siquiera la pérdida de una pierna, ya septuagenaria, la apartó del teatro.

Actriz francesa nacida el 23 de octubre de 1844, es una de las legendarias personalidades de la cultura universal; de ella son icónicas interpretaciones en obras como La dama de las camelias, Fédora y Hamlet.

Miembro de la Legión de Honor, actuó en los más importantes teatros y también fue a las trincheras de la Primera Guerra Mundial a mostrar su arte a los soldados en el frente, en 1914.

Sarah Bernhardt escribió obras de teatro, un estudio sobre la interpretación y sus memorias, y poseía el don de crear mediante la pintura y la escultura; a su muerte, 150 mil personas la despidieron.

Sarah en Cuba

El 8 de enero de 1887 llegaron Sarah Bernhardt y su compañía a La Habana, se alojaron en el Hotel Trotcha, del Vedado, y actuaron en el teatro Tacón, del Paseo del Prado.

Tras 15 funciones en las que el público la amó, partió hacia México; un crítico escribió que la diva hizo prodigios e interpretó a Fedra modernizándola de un modo admirable.

Pero no gustó de los habaneros: por un ofensivo bostezo en la escena de la muerte en La dama de las camelias, les llamó indios con levita y a un diario norteamericano dijo que el público no supo apreciar su arte porque se volvía de espaldas al escenario y hablaba en voz alta durante la representación.

En la capital, Sarah Bernhardt tuvo pasiones con el torero Luis Mazzantini, quien le obsequió una corrida privada; por él dejó esperando a la aristocracia que había preparado una despedida pomposa.

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