Es decir, la continuidad de los combates hasta alcanzar la independencia. Una respuesta afirmativa a la Protesta de Baraguá protagonizada por Antonio Maceo, donde el Titán de Bronce expuso su desacuerdo con una paz sin independencia.

La Guerra Chiquita se organizó en la emigración. Calixto García tuvo la responsabilidad de agrupar las fuerzas, designar los jefes que participarían y reunir la logística necesaria para iniciar la contienda.

Solo dos departamentos de Cuba acataron la orden de alzamiento: Oriente y Las Villas. Ni Camagüey ni Occidente se sumaron al esfuerzo.

Continuidad de la lucha

El grito de Independencia o Muerte, se pronunció el 24 de agosto de 1879 en San Lorenzo, actual provincia de Holguín, y marcó una experiencia más en el empeño libertario de los cubanos.

En Oriente se alzaron en armas Quintín Banderas, José y Rafael Maceo, Guillermón Moncada, entre otros, y más tarde en Las Villas, Ángel Maestre, Francisco Carrillo y Serafín Sánchez. Sin embargo, Antonio Maceo no pudo llegar a Cuba como tampoco Calixto García, quien arribó en mayo del siguiente año.

El movimiento de la Guerra Chiquita fracasó por problemas organizativos y de otra índole, sin resultados a la vista, pero constituyó el inicio en las labores conspirativas por la independencia de José Martí.

Él mismo analizaría con detalles los motivos del fracaso y trazaría las pautas para la que llamó con acierto, la guerra necesaria.

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