La Habana, Cuba. – En su decursar, la Revolución Cubana ha debido superar muchas y espinosas pruebas para defender su derecho a existir.

Mucha serenidad necesita ahora el país, cuando la pandemia de Covid aprieta al máximo las tensiones con su peor rebrote, aunque no se escatiman ni esfuerzos ni saberes para mitigar su impacto en una población abrumada por cifras disparadas, hasta tanto se llegue a la inmunización con las vacunas cubanas.

Es una situación extremadamente complicada, que necesita ante todo sensatez, por el bien común. Es una situación que recaba sentimientos de unidad, de respeto, de solidaridad.

Pero así no parecen comprenderlo quienes, por el contrario, insisten en atizar el fuego de las desavenencias y buscan asidero en arengas de odio disfrazadas de idílicos cantos de sirena. Todo eso ha quedado expuesto con la grosera operación política y mediática que arremete contra Cuba revolucionaria.

Unidad dentro de los principios

El 2 de enero de 1963, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz planteó que la tarea del pueblo es luchar por todo lo que nos una, dentro y fuera.

¡La unidad dentro de los principios, esa es nuestra línea!, proclamó el líder de la Revolución Cubana en un discurso en el que se refirió a cómo, por primera vez en su historia, el imperialismo había pagado una indemnización de guerra porque fue derrotado en Playa Girón.

Aquel día habló del deber de crear las riquezas para el bienestar del pueblo, aun en medio de peligros, amenazas, situaciones amargas y serios problemas.

La Revolución cumplía apenas 4 años y ya transitaba un camino con embestidas y acorralamientos para impedir su avance. Así ha sido desde entonces. Pero el pueblo que la sostiene -y tanto debe lograr aún para hacerla más vital- jamás entregará sus banderas.

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