Por la ventana, y como en despedida, le llegó el mar cubano del sur durante los últimos 17 días de existencia.

Gravemente enfermo, solo así permitió el compositor mexicano Juventino Rosas Cadenas una colecta popular promovida por amigos, para ingresar en la Quinta Nuestra Señora del Rosario, en tierras mayabequenses del Surgidero de Batabanó, poblado en cuyo cementerio descansó por 15 años.

El pobre bohemio y artista por vocación estaba en Cuba, más que probando fortuna, resistiendo una vida que le devolvía pobreza, amarguras y amores no correspondidos; en el poeta y músico, la bebida fue puerto recurrente para escapar hacia mejores sueños.

El 9 de julio de 1894 murió Juventino Rosas Cadenas, con apenas 26 años y una existencia repleta de conciertos callejeros, violines de iglesias y agrupaciones mal pagadas.

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