La Habana, Cuba. – En la madrugada del 17 de agosto de 1870, montado en mulo, iba camino a los muros del viejo matadero de reses de Santiago de Cuba, el Mayor General Pedro, Perucho, Figueredo Cisneros.

La tisis minaba su cuerpo exhausto y los pies ulcerados y sangrantes no le permitían andar hacia el pelotón de fusilamiento, tras haber sido condenado por infidencia por un tribunal militar.

Iba hacia el final quien ofreciera su casa de Bayamo como centro de conspiración en la región oriental, el Jefe de Estado Mayor, subsecretario de Guerra y Mayor General del Ejército Libertador, designado en la Asamblea de Guáimaro; también corrían igual destino los patriotas Rodrigo e Ignacio Tamayo.

Al revolucionario cabal le pidieron que se pusiera de rodillas, pero Perucho Figueredo se mantuvo de pie y antes de caer abatido dijo: “¡Morir por la Patria es vivir!”

Autor del Himno Nacional

A Perucho Figuredo la historia le reconoce el mérito trascendental de ser el autor de la letra y música de La bayamesa, marcha guerrera que devino Himno Nacional cubano.

De esa alma de poeta, abogado, escritor, músico, orador y periodista, nació la marcha cantada en la toma de Bayamo, su ciudad natal, y estrenada el 11 de junio de 1868 en la iglesia Parroquial Mayor; la interpretó Manuel Muñoz Cedeño, quien la instrumentó a petición del autor.

Apodado El Gallito Bayamés, había fundado, junto con Carlos Manuel de Céspedes, la Sociedad La Filarmónica, que agrupó intelectuales como Juan Clemente Zenea, José Fornaris y José Joaquín Palma.

A Perucho Figueredo le propusieron el perdón a cambio de claudicar en sus ideales, y el caudillo bayamés respondió: “Antes, morir como cubano honrado que envilecerme aceptando la vida a tanto precio”.