La Habana, Cuba. – La modestia fue uno de los grandes dones de Carlos Benigno Baliño López, ese cubano de oro, como lo llamó Martí.

Considerado una de las mentes más lucidas del pensamiento marxista cubano y el precursor del socialismo en Cuba, Baliño, quien nació en Guanajay, el 13 de febrero de 1848, nos legó una hermosa historia de fidelidad y combate.

Imprescindible para el movimiento obrero y antimperialista en una época convulsa de nuestra historia, su trayectoria como revolucionario fue ejemplar. Vinculado a Martí en la fundación del Partido Revolucionario Cubano y a Julio Antonio Mella en la creación del primer Partido Comunista de Cuba.

El roble, como le decían, era un hombre respetuoso que evitaba aparecer como la figura central de instituciones que él mismo creara.

El levantado Baliño

Durante su incesante bregar, ese levantado Baliño, como también lo llamo Martí, fomentó tanto en el extranjero como en Cuba su apego a la lucha independentista, a la que consagró sus mejores empeños.

Martí, quien fuera su amigo y compañero, lo consideró como “un cubano que padece con alma hermosa por las penas de la humanidad, y sólo podría pecar por la impaciencia de redimirlas”.

Se conocieron en 1892, y juntos suscribieron las bases y el acta de constitución del Partido Revolucionario Cubano, además de trabajar en tareas inherentes a los preparativos para desencadenar la contienda bélica.

Finalizada la lucha, Baliño retornó a Cuba y trabajó para crear un partido de la clase obrera, partiendo de la reorganización de los pequeños grupos socialistas en agrupaciones comunistas.

Su ejemplo de comunista

La fundación por Mella y Baliño de aquel primer Partido Comunista de Cuba, cuando el segundo contaba ya con 76 años, fue un duro golpe para el entonces recién estrenado régimen machadista, que, impuesto de lo que eso representaba para los revolucionarios desató una sangrienta represión que incluyó el posterior asesinato de Mella en México y la instrucción de cargos para Baliño, quien encaró un injusto proceso judicial y su reclusión en la cárcel, de lo que lo libró la muerte, el 18 de junio de 1926, un día antes de su encarcelamiento.

Carlos Baliño, el hombre que tuvo el extraordinario merito de unir a dos generaciones de cubanos y ser el puente entre el Partido Revolucionario Cubano de Martí y el Primer Partido Comunista de Cuba, con Mella, nos legó su ejemplo de comunista.