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El siglo XIX cubano está colmado de mujeres que brillaron con luz propia en diversos campos de la cultura.

Entre ellas se destaca Carolina Poncet de Cárdenas, a quien se le puede considerar una habanera de altos quilates por la cultura enciclopédica que poseía y demostró con creces a lo largo de su larga vida de 9 décadas.

Nacida el 13 de agosto de 1879, en plena etapa colonial, en el seno de una familia rica de la villa de Guanabacoa, se graduó de maestra a los 18 años y, a pesar de ciertas ideas que hoy serían un poco retrógradas, empezó a trabajar en la Escuela para Niñas número 12de La Habana.

Su labor en beneficio de la educación y gran afán de superación trajo como resultado que en 1903 le otorgaran el galardón de Mejor Maestra del País.

Profesora multipremiada

La experiencia que Carolina Poncet logró en los años que laboró como docente le permitió preparar sus métodos para impartir las clases, por lo que en la exposición efectuada en la ciudad estadounidense de Saint Louis, en Missouri, fue condecorada con la medalla de plata otorgada en el evento, por su obra titulada: Lecciones de Lenguaje.

Ese libro se aprobó por la Junta de Superintendentes de Cuba como texto oficial para las escuelas públicas del país.

En 1909, Carolina Poncet egresó de la Universidad de La Habana con su título de Doctora en Pedagogía, lo que fue un nuevo punto de partida en su exitosa carrera como educadora.

Al año siguiente logró el primer premio del concurso convocado por el Círculo de Abogados, con la obra titulada Biografía de Joaquín Lorenzo Luaces, amplia investigación que fue la tesis de su segundo doctorado, esta vez en Filosofía y Letras.

Opositora aventajada

Tras hacer dos carreras en la Universidad y su amplio camino como docente, la doctora Poncet optó por una plaza de profesora auxiliar en el centro de altos estudios.

Sus saberes la convertían en una opositora aventajada por encima de los colegas masculinos, que no respondieron de modo positivo a su solicitud.

Eso trajo debates en la prensa y hasta el Diario de la Marina dijo: “Si no hay modo de oponer a la señorita Poncet un aspirante con bríos para derrotarla, vale más rendirse a la evidencia y darle el puesto con todos los honores».

Ella respondió: «Tras obtener por oposición la cátedra de Gramática y Composición, Elocución, Literatura Española y Cubana en la Escuela Normal para Maestros de La Habana, y alcanzado el honor de ser elegida por mis compañeros de Claustro Directora de este Establecimiento, he resuelto renunciar a mi calidad de opositor a la cátedra”.