Tokio, Japón. – Terminaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Una celebración de la fiesta del músculo que se realizó en condiciones muy diferentes a todas las anteriores.

Pero a pesar de los graves problemas que enfrenta el planeta, en esa megápolis, ultramoderna y futurista, floreció el espíritu olímpico para traer un soplo de esperanza a la Humanidad.

Más allá de los rascacielos de vidrio y acero, del tren bala y los robots, lo mejor del ser humano compitió sanamente, aunque desde una estricta burbuja sanitaria.

Ni el nuevo coronavirus, ni las guerras, ni las diferencias sociales, políticas o religiosas impidieron la fraternidad entre los deportistas que en busca de la gloria olímpica lucharon por una medalla, pero también han honrado a quienes no la alcanzaron, pero hicieron su mejor esfuerzo.

Admirable desempeño

En los recién finalizados Juegos Olímpicos de Tokio Cuba tuvo un desempeño muy por encima de sus propias expectativas, hasta el punto que se superó lo alcanzado en la Olimpiada de Río de Janeiro-2016.

Ha sido admirable la actuación de una generación de deportistas muy experimentados, pero en general en las cercanías del fin de sus carreras atléticas.

Tendrá que venir ahora una nueva hornada, que ya comienza a asomar, para tomar el relevo de quienes nos encumbraron y pusieron en el firmamento deportivo mundial a esta pequeña isla, asediada y vilipendiada.

Tokio-2020 queda como otra muestra de la resistencia de Cuba, que tampoco se rindió en esta megápolis y en medio de un temporal volvió a dar un ejemplo de exitosa perseverancia.