La Habana, Cuba. – No es de los poetas mayores el santiaguero Pedro Antonio Santacilia Palacios, pero a su obra hay que acudir para desentrañar el hilo histórico de nuestra poesía patriótica en la que brilló con versos vehementes y fieros.
Un ejemplo de su hacer comprometido es el volumen Canto de Guerra, que circuló manuscrito y donde se incluyen estrofas sugerentes como las del poema Las Armas.
Nacido el 24 de junio de 1826, desde joven se alistó en la causa de una Cuba sin yugos y por su oposición al gobierno español fue deportado a tierras ibéricas; de esa manera inició el periplo de exilios que concluyó en México.
Pedro Antonio Santacilia Palacios nunca volvió a su patria, pero no dejó de colaborar con toda causa revolucionaria, hasta que la muerte le llegó en tierra azteca, a la edad de 83 años; José Martí le había llamado “fiel cubano”.
El yerno de Benito Juárez
En el exilio de Nueva Orleáns, Pedro Santacilia Palacios conoció al indio zapoteca Benito Juárez y la amistad duró hasta la muerte, sellada con lazos de sangre al casarse con Manuela, hija del Benemérito de las Américas.
En tierra azteca estuvo junto a Juárez como secretario de la presidencia de la República y no hubo momento, ni victoria ni azares, en que no diera su disposición de luchar contra el extranjero opresor.
Después del alzamiento de Céspedes, la revolución lo designó agente diplomático y en él recayó mucha de la responsabilidad de lograr que México fuera el primer país en reconocer la independencia cubana.
Propuesta suya fue la firma del Decreto Presidencial que permitía la llegada a puertos mexicanos de barcos con la bandera cubana; Pedro Santacilia Palacios fue hombre de dos patrias y a la independencia de ambas se entregó por entero.