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La Habana, Cuba. – En un entorno marcado por familias disfuncionales y un constante estrés social, los adolescentes se encuentran en una posición vulnerable que puede llevarlos a buscar escape en el consumo de drogas.

La falta de apoyo emocional y la inestabilidad en el hogar pueden dejar a los jóvenes con padres separados en perennes conflictos, privados de libertad, muertos o emigrados sin herramientas para afrontar las presiones diarias, esas que se presentan y parecen ser insuperables.

Es ahí cuando los estupefacientes despuntan como refugio temporal de los problemas.

La ausencia de modelos positivos de comportamiento, las historias trágicas y la necesidad de reconocimiento y aceptación por los demás pueden empujar a los adolescentes hacia círculos donde el consumo de drogas parece ofrecer una vía de escape de la compleja realidad.

La salida, una utopía compleja

La influencia del ambiente socio familiar cargado de tensiones y expectativas inalcanzables pueden exacerbar la fragilidad del adolescente, creando el ambiente idóneo para el consumo de drogas como forma de autogestión del malestar emocional, y una vez que entran al mundo ficticio y de irrealidades quedan atrapados en el vórtice de un huracán desbastador.

La presión de adaptarse a estándares inalcanzables, infundados por la moda y la publicidad enajenante, sumada a la falta de recursos psicológicos para lidiar con los conflictos, puede llevar a las drogas como escape y forma de desconexión momentánea de los problemas.

Es crucial que al abordar el problema se haga con empatía y comprensión.

Recordemos que las víctimas están a la deriva y requieren de ayuda para enfrentar los desafíos de manera constructiva.