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Una oleada anticomunista busca inundar el pensamiento intelectual de nuestra época con el desecho de errores cometidos por fuerzas revolucionarias en algún que otro sitio, y desmovilizar toda acción de justicia social.

La cruzada advertida desde el manifiesto de Marx y Engels, en los albores del movimiento socialista, regresa travestida de vacuas promesas por fanáticos del mercado hasta donde sea posible, pero la cantinela repite una puesta en escena de la república neocolonial derrotada por la Revolución.

El ensayo anexionista denunciado por José Martí halló rechazo en la acción de Baliño y Mella al constituir el Partido Comunista, ratificado por la impronta antiimperialista de la vanguardia intelectual republicana.

Al decir de Armando Hart, una pléyade intelectual constituye referencia ineludible para el encargo ético y social de transformación revolucionaria en nuestra nación.

De Marx y Montecristi

Consciente del fin expansionista imperial, Martí distinguió el sueño liberal del pueblo norteño de la temible capacidad explotadora de sus corporaciones e instó a detenerla, y ganar a pensamiento la guerra mayor planteada a la nación.

Aquel mensaje de Montecristi halló eco y señala toda una generación de creadores encarnada en figuras como Fernando Ortiz, Carpentier, Villena y Pablo de la Torriente, o Juan Marinello, Raúl Roa, Carlos Rafael Rodríguez y Nicolás Guillén, como tantos a ser recordados y estudiados.

Como es imposible obviar la comunión entre vanguardia intelectual y política, con las álgidas expresiones de José Martí y Fidel Castro Ruz, fundada en el sentimiento de la justicia como sol del mundo moral enunciado por Luz y Caballero.

Tal continuidad persiste para el liderazgo revolucionario cubano, en tanto perdura la misma amenaza para la soberanía e independencia de la nación.