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La Habana, Cuba. – Con la decadencia de Roma y su fin como potencia mundial, a principios del siglo V de Nuestra Era, las artes y las ciencias que allí se cultivaron y fomentaron desde los buenos tiempos de Grecia, se extinguieron.

Tuvieron que pasar muchos años y hasta centurias para que aquella situación cambiara y fue con el llamado Renacimiento Italiano que volvió el florecimiento.

Su precursor más sobresaliente resultó Dante Alighieri, nacido en mayo de 1265 en Florencia. Su vida se desarrolló fundamentalmente en su tierra natal hasta que en 1302 fue desterrado por sus ideas políticas y posteriormente condenado a ser quemado vivo si volvía a la ciudad que lo vio nacer.

El gran poeta italiano, tuvo que llevar una vida errante, vagando de una ciudad a otra, hasta que se estableció en Ravena.

Su Divina Comedia y una historia repetida

No se precisa bien cuándo Dante Alighieri escribió su gran poema La Divina Comedia, considerado como uno de los grandes tesoros de la literatura universal.

Con un bello lenguaje, el poeta italiano expone los más diversos temas del saber humano, al tiempo que expresa el amor ideal que sintió por Beatriz Portinari, una muchacha de Florencia a quien conoció siendo niña. Ese amor de Dante Alighieri fue platónico, pero bello. Ella nunca lo supo, pero él la quiso aún después de muerta.

Como por casualidad de la vida, cuando él fue desterrado partió de su ciudad con otro ciudadano llamado Petrarca, quien iba acompañado de su esposa, la cual le dio un hijo nombrado Francisco Petrarca, quien sería un grande de las letras.

En coincidencia con Dante Alighieri, el joven también amó e idealizó a una muchacha llamada Laura, de la que escribió en sus obras, a través de las cuales la inmortalizó.