Camagüey, Cuba. – Cuando en la historia más reciente se habla de mujeres valientes no pueden faltar las madres y esposas de los cinco compatriotas que durante 16 años guardaron injusto encarcelamiento en Estados Unidos, solo por alertar a Cuba de actos violentos gestados en Miami.

Aún las recordamos al frente de masivas concentraciones exigiendo justicia, o en eventos internacionales alzando la voz con firmeza para denunciar la vil arbitrariedad.

A Adriana Pérez, por ejemplo, le costó posponer el sueño de ser madre, el que se convirtió en realidad poco después del regreso de Gerardo Hernández, cuando les nació una verdadera Gema, y luego con Ambar y Gerardito.

Olga Salanueva y Elizabeth Palmeiro, por su parte, asumieron dignamente la crianza de sus hijas y aunque René y Ramón estuvieron al tanto en la medida de lo posible, nada fácil les resultó estar a cargo del hogar en medio de la obligada separación del hombre amado.

Continuidad de un legado

La causa de Los Cinco Héroes incluye a valiosas féminas como Rosa Aurora Freijanes -fallecida recientemente- y Magaly Llort, a quienes ni dolencias físicas ni las patrañas imperiales, impidieron reclamar libertad para Fernando González y sus compañeros. 

Y qué decir de Mirtha, la madre de Antonio Guerrero y la más anciana de este grupo de heroicas cubanas, cuyos años no la limitaron para salir, hasta con un bastón, a exigir justicia.

La historia de cada una remite a mujeres que han marcado pauta en otros tiempos como Amalia Simoni, la camagüeyana que expresó preferir cortarse la mano antes que escribirle a su Ignacio la claudicación ante el enemigo; o Mariana Grajales, quien entregó a todos su hijos a la causa independentista.

Son ellas, las madres y esposas de Los Cinco, una muestra de la continuidad del inmenso legado de patriotismo y abnegación que han heredado las cubanas.