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Para montar las chozas, caneyes o cabañas, empleamos madera abundante en nuestro entorno serrano, afirma Iraeldo Góngora Ginarte.

Es costumbre que cuando unos jóvenes deciden casarse, sus familiares y amigos preparan una junta e inician los cortes, secados y aserrados de la madera y el yarey.

Explica el carpintero granmense que el yarey proviene de una especie de palma, de menor tamaño que la Real, pero útil para techados y confecciones artesanales.

Aún con las ventajas técnicas de la modernidad, es decir, contar con zinc o planchas plásticas para cubiertas, en la Sierra Maestra siguen prefiriendo el techado tradicional con guano o yarey.

A decir de Iraeldo Góngora Ginarte, las casas son duraderas, adaptadas al clima del trópico y su entorno natural y sobre todo a prueba de las condiciones meteorológicas del Caribe, donde son frecuentes huracanes y movimientos telúricos.

Eficientes construcciones rurales.

Aunque en las montañas hay viviendas con paredes de bloques y techo metálico o cubiertas de cemento, la más común es la casa de madera y guano. Son frescas y resistentes; además, los materiales están en cualquier finca propia o vecinal, afirma el carpintero Iraeldo Góngora Ginarte.

La choza rudimentaria, además de utilitaria, es un legado de la vida aborigen, reconoció el investigador costumbrista Elio Vitier Báez, de Buey Arriba. En tanto el masoense Heberto Bárzaga García apunta que son fáciles de armar, pero también de desarmar.

Y resume su afirmación así: si mañana decides mudarte, se pueden sacar íntegramente los horcones de la tierra, y con sumo cuidado montar la casa en un tractor y colocarla en otro sitio.

Construir estas moradas es un estilo de vida, trasmitido por siglos, acentúa el historiador de Bayamo, Ludín Fonseca.

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