A sus 5 decenios de vida arribó el pasado 2019 una de las agrupaciones más emblemáticas de la música popular cubana. La orquesta Los Van Van,  considerada por la crítica especializada foránea como los Rolling Stones de la salsa, se distingue por una sonoridad inconfundible y muy criolla.

Y es que esa relación de músicos talentosos, encabezados por el genial Juan Formell, quien falleciera en 2014, ha hecho siempre de la agrupación una escuela innovadora, de la que emergió ese ritmo bien contagioso que, entre instrumentos de cuerda, aire y percusión, se ha mantenido en la preferencia del público de varias generaciones.

Habría que preguntarse entonces, como reza el estribillo de una archiconocida canción: ¿qué tiene Van Van que sigue ahí?

La agrupación ostenta numerosos premios, y entre ellos se destaca el haber merecido más de una vez el Grammy Latino.

Gracia, ritmo e identidad

En Cuba, cuando se habla del Tren de la música cubana, todo el mundo identifica de quiénes se trata. Van Van es un referente obligado de nuestra cultura nacional.

La orquesta se distingue por el uso de la picaresca, tanto en las letras como en la armonía, además de la ironía y el costumbrismo, y por haber sido cultora del songo, un singular género que la identifica.

Con obras reflexivas y divertidas a la vez, la agrupación se ha erigido como cronista de la realidad, con propuestas que se han sido bailadas por fanáticos y seguidores de buena parte del mundo.

Como canciones antológicas de la orquesta, por mantenerse en la preferencia de generaciones y generaciones, se puede mencionar a El baile del buey cansao, Dale calabaza al pollo, Tranquilo Mota, Marilú, La candela, y entre los temas más recientes se destaca La keratina y Van Van es cosa seria.