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La Habana, Cuba. – Estimado lector, en esta ocasión la Revista Semanal se acerca a una especialidad del proceso creativo del audiovisual que es de suma importancia: LA EDICIÓN. Y para explicarnos en qué consiste y la complejidad que encierra, entrevistamos a quien tuvo la tarea de asumir la particular edición de la serie Promesas, recién transmitida los martes por el canal Cubavisión.

Giselle Crespo Alonso sólo tiene 36 años, pero desde los 19 se dedica al apasionante mundo de editar. Así lo confiesa, y explica cómo se fue adentrando en ese proceso creativo tan exigente.

“Participé en la fundación de los Canales Educativos y Multivisión, donde me involucré muchísimo con el cambio que impusieron las nuevas tecnologías dentro de los formatos para el audiovisual. Con el paso del tiempo fue quedando atrás aquella tecnología analógica con la cual me formé y fui enriqueciendo mi trabajo y conocimiento con las nuevas formas de hacer”.

Con las primeras herramientas aprendidas gracias a profesores como Jesús Otaño, Alejandro Gil, Mario Más Vidal, Roli Peña, entre otros tantos, y tras incursionar en variados proyectos, Giselle se decidió por el mundo de la ficción que -a su modo de ver- “es lo que realmente engalana y termina de dar cuerpo a la especialidad de edición, pues se aplica todo lo aprendido”.

“La serie Por deporte y por amor fue la escuela donde puse en práctica todo lo aprendido y conocí a Reinaldo Sehwerert González, quien fue mi esposo durante nueve años y me enseñó muchísimo sobre la especialidad en el audiovisual. Pero también contribuyó a mi formación Teresita Isabel Gómez Acosta, a cargo del programa Signos. Con ella, y a través de su programa, enriquecí mi acervo cultural, sobre todo, en el conocimiento de las Artes Plásticas. Es increíble lo que ello te aporta en la realización de los audiovisuales, porque empiezas a valorar desde otras miradas”

Todo se filma, de manera conveniente para la producción pero desorganizado para la historia.

“Siempre las escenas se graban a partir de la programación que establece Producción, no con una secuencia lógica. O sea, no grabas en un campo, luego en una playa, para regresar al campo, porque eso conllevaría muchísimos gastos que van contra el presupuesto disponible. Por eso se aprovecha cada locación para filmar todas las escenas que en ese lugar desarrolla la historia. Eso sí, se graban tantos planos hagan falta, ya sean descriptivos, generales, de detalle, primer o primerísimos planos, entre otros recursos propios del audiovisual. Porque no todo es lo mismo ni tiene el mismo tratamiento; no es igual que en una escena hable uno o dos actores, a que intervengan un grupo; todo tiene que oírse, por eso se necesitan planos de cada actor. Como tampoco es igual que estés dentro de una locación a que estés caminando o corriendo por las calles”.

“Toca al editor después dar un orden visual y lógico a toda la historia, acorde al guión y las intenciones creativas del director, insertando voz, sonido, corrigiendo color y subsanando todo lo que sea necesario».

“Por eso, principalmente en la ficción, en el dramatizado, el editor tiene que tener la perspicacia de conocer la historia con anticipación (trabajo de mesa). Mientras el director va guiando, sentando pautas, ya el editor va teniendo una idea y organizando la lógica de la historia, o sea, va armando el rompecabezas. Después de ese primer rompecabezas, te adentras en los procesos de detalle: continuidad de las manos, las miradas, los cortes para cambios de planos, los por qué comienza o se hace así y no de otra forma. Es un trabajo que requiere de una visión muy sensible y que tiene que estar en consonancia con la intención del director en cada escena.  Es por eso que digo que “la edición en cualquier obra es primordial porque, o la exalta o la destruye.”

“Promesas”, una serie atípica donde mirarse

Fue en el filme La Hoja de la Caleta (Festival del Nuevo Cine Latinoamericano 2017) donde Giselle Crespo Alonso conoce y trabaja por primera vez con la directora general de la serie “Promesas”, Mirta González Perera . De esa convivencia de trabajo quedó sembrada una amistad y confianza a toda prueba.

“El cúmulo de experiencia adquirida me ayudó a enfrentarme a “Promesas”, que fue un tremendo reto con dosis de sacrificio, porque llegó cuando ya era mamá, mi niño tenía año y medio – incluso aún mamaba-, y tuve que enfrentar la edición sin abandonar mis obligaciones como madre”.

“Promesas” la compone doce historias monotemáticas contadas a partir de diferentes géneros como el drama, la tragedia, la farsa- comedia, etc, que fueron reto para cada director desde la puesta en escena, pero también para el posterior montaje y edición pues tenía que verse la continuidad como serie. Otro gran reto para Giselle fue trabajar con cinco directores: Mirta como la general y cuatro directores más; algunos ya frecuentes en varios proyectos en tanto otros conocían su obra, lo que contribuyó a una buena comunicación.

“Cuando Mirta me llamó y me fue adentrando en la historia, me di cuenta que era un proyecto muy atípico para las formas productivas nuestras. Analizando la serie, en varias ocasiones me dijo: “Quiero devolverle la ciudad a la gente, quiero que se vean ahí, a los pies, en las caras, en alguien limpiándose el sudor, en el movimiento de la ciudad; en cada uno de esos personajes y no solo que se identifique en la historia sino que lo viva con él, y que al final tenga opciones para solucionar muchos de sus conflictos y situaciones. También que se entretengan, se rían; en definitiva, quiero engalanar el alma de la gente”. Y cada vez que yo escuchaba todo eso me exigía más para superar todas las dificultades por las que estábamos pasando. Además, estamos hablando de una directora meticulosa en armar los personajes, la dirección de arte, en la edición, el montaje, y que cuando algo no le gusta no lo da por terminado y hay que proponerle soluciones. Con ella hay que ser muy creativos, y yo siempre he sido así porque está en mi personalidad dar solución objetiva a los problemas. Y es que un editor no puede ser de brazos caídos, tiene que ser proactivo ante la obra que tiene delante, y creo que en “Promesas” lo logramos.

“A la serie yo la catalogo como “la maravillosa agonía de la postproducción de Promesas”: maravillosa porque ese trabajo con Mirta me dio el privilegio de recibir clases de dramaturgia, historia del arte, dirección de actores, dirección de arte, etc; porque ella tiene mucha cultura, y aunque no dirigió un capítulo específico sí puso pautas para todos. Y agonía porque fue un periodo difícil, de muchos inconvenientes, de mucha premura, con el tornado por medio, luego llegó la pandemia, en fin, pero teníamos que sacar el proyecto adelante con dignidad.

“Asumí, además, la coordinación de postproducción tratando de vincular todas las especialidades involucradas en ese periodo: corrección de imagen, luces y color, sonido, donde los compañeros hicieron un trabajo loable a pesar del apretado tiempo y todas las dificultades. En esa etapa tuve el honor de trabajar con Amaury Ramírez Malberti, realizador de efectos visuales, con quien tuve que solucionar varios detalles de filmación, por lo atropellado del rodaje. Además,  cuando edito me gusta resaltar el trabajo de todos, desde los actores hasta el último técnico, que todo luzca, la ambientación, la fotografía, etc, porque también ese es el trabajo del editor. Luego entré con la banda sonora con Gustavo Caraballoso y Rubén Gómez. Fue un camino bastante angosto trabajando por el teléfono, visitándonos unos a otros, pero ahí está el resultado”

Intríngulis de un montaje

“Promesas es muy atípica porque entra a jugar su papel el narrador, asumido por un excelente actor (Luis Alberto García) con una narración magistral que te condiciona el montaje, y con lo cual se logró engarzar los capítulos como serie. Por ejemplo, el narrador dice al final “a veces la vida es una serpiente que se muerde la cola”, porque Danai -protagónico de la primera historia-, después que pasa por el dolor y el luto de la muerte del esposo, encuentra en Rafael -último protagónico- un nuevo amor para reiniciar su vida.

“También jugó su papel el famoso apagón, que visibiliza cómo cada protagonista lo estaba viviendo en un mismo tiempo pero no necesariamente en un mismo espacio. Así tenemos que en el capítulo de Julián, él no está en el apagón porque está con su esposa e hijo en un hotel en Varadero. Rafael -último capítulo- no tiene apagón porque llega al pasaje después que pasa toda la historia del accidente de Danai que fue quien lo provocó en el primer capítulo. Por eso cuando realizo las promociones que anteceden cada capítulo y el tráiler de dos minutos, pongo “un apagón une doce historias”.

“Ahora bien, después de tener todos los capítulos montados con sus escenas específicas, independientemente del diseño de imagen, de la presentación –que fue otro proceso-, el diseño de despedida, el diseño gráfico y los efectos visuales, otro reto fue el montaje de las escenas comunes donde se iban encontrando protagonistas y personajes de cada uno de los capítulos que vivían en un lugar común. Para ello, dibujamos todo el pasaje para saber de qué puerta salía cada personaje y poder entonces narrar visualmente por qué éste se encuentra con ese otro; fue como hacer un plano de ingeniería civil, pero muy interesante, porque cuando hay continuidad en las historias es más fácil colocar los planos que tienes en carpetas, pero en “Promesas” no fue así. Aquí se tenía que sentir la diferencia de los encuentros de cada capítulo con ese saludo cotidiano entre personajes, y eso, colocarlo en cada historia, es como apelar a un proyecto aparte. Por suerte, trabajo con un asistente de edición -Lázaro Núñez- que me ayuda a sincronizar imágenes, a preparar proyectos, etc, y ya hizo conmigo varias producciones .Las imágenes de la serie se escogieron a propósito de los capítulos, de manera que reflejaran esa parte de La Habana donde se desarrollaba la historia.”

Giselle Crespo con Lázaro Núñez, a quien está entrenando

Todas esas pinceladas curiosas es lo que armó a “Promesas” como serie con la historia particular de cada uno de los que conviven en el pasaje, que siempre terminan por prometer algo, y de quienes afloró toda esa espiritualidad que nos identifica como cubano.

“Como editora me mantengo en una constante superación porque la tecnología avanza a pasos agigantados, además de incrementar mis conocimientos de cultura general. He encontrado en la edición el desborde de la sensibilidad que me pueda caracterizar. Yo monto una escena y si cuando la termino lloro, me frustro, o discuto con el personaje, es cuando digo, “ya la escena está”, porque logré emocionar, le saqué todo el jugo que lleva, de acuerdo a las exigencias del director. Ahí radica la magia del montaje y edición”.

En sus 17 años como editora, Giselle Crespo Alonso acumula un currículo de trabajo nada despreciable. Unos ocho telefilmes, entre los que cuentan Desamparo, María Virginia está de vacaciones, Sacrificio, Pasos firmes, Silencio; también telecuentos, teleteatros, dos telenovelas y varios documentales, entre los que destaca el que aborda la vida de Samuel Feijoo; el de los 80 años de la Orquesta Aragón, titulado Aragón, orquesta de la radio y la televisión; el maiking documental Felicidades papá, dedicado al disco que hizo la EGREM por los 90 años de Alberto Vera, premiado en el último Cubadisco, y va por más.

Giselle Crespo con Amílcar Salatti en sesión de trabajo

Mujer apasionada con su profesión, Giselle no deja de agradecer a quienes la introdujeron en el maravilloso arte de editar y le aportaron tantos conocimientos. Tampoco a directores que siempre la tienen presente por su calidad demostrada, como Yoel Infante, Bruno Suárez Romero, Amílcar Salatti –de quien considera un privilegio editar su primer trabajo como director; Mirta González, Elena Palacios, y tantos otros que le han aportado un poco de esa sapiencia que sólo la constancia en el trabajo da. También a todos los compañeros de la Casa Productora, por la confianza depositada en ella para con “Promesas”, desde su director general Alfredo Calderón Vera hasta la pantrista, a quienes les tiene un respeto y cariño muy especial forjados en muchos años de trabajo en común.

Pero principalmente agradece a quienes soportan sus largas horas de trabajo y entrega; a esos que comprenden su ausencia y apoyan con las labores hogareñas y el cuidado de su niño: su familia. “La verdad es que sin el apoyo incondicional de mis padres no hubiese logrado desempeñarme a fondo en esta profesión que requiere tantas horas de trabajo y concentración, y ellos en “Promesas” jugaron un papel fundamental porque hasta su cuarto pusieron a disposición de la serie para que yo pudiese instalar ahí todos los equipos y trabajar desde casa debido a la Covid.  Otro apoyo en mi vida son mis suegros y mi esposo Carlos Nuviola, que siempre está al pendiente de lo que haga falta.”

Fotos: Cortesía de Giselle Crespo