La Habana, Cuba. – Como suelen responder los pueblos cuando la necesidad histórica los apremia, a Venezuela le nació un segundo Bolívar el 28 de julio de 1954.

Abrió los ojos en Sabaneta, estado de Barinas; esta vez no se llamaba Simón sino Hugo Rafael Chávez Frías. Como Bolívar, era visionario, batallador, y profundamente patriota.

Su origen humilde le proporcionó las herramientas imprescindibles para conocer Venezuela, su tejido social desde la propia raíz, y alimentarse de esa sabia para amarla y servirla.

A su servicio consagró su vida de manera íntegra y apasionada. Militar de profesión, Hugo Chávez protagonizó junto a compañeros de graduación y jóvenes oficiales y soldados, la rebelión contra el régimen de Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero de 1992. El escenario político de Venezuela cambiaría radicalmente.

Dignidad latinoamericana

Hugo Chávez, sin embargo, desestimó la vía militar como medio para alcanzar el triunfo. Optó por las urnas.

El pueblo venezolano comprendió enseguida que un actor diferente arribaba al panorama político. Y lo eligió presidente para que la estirpe de Bolívar no declinara.

Pronto la nación contaría con una nueva constitución y se sucederían las batallas para consolidar lo alcanzado. El país se robustecía y se incrementaba las dificultades. Pero Hugo Chávez era pueblo y el pueblo era Hugo Chávez. Esa unión vencía cualquier obstáculo.

El 5 de marzo del 2013 luego de una repentina y sospechosa enfermedad, murió el mejor amigo de Cuba. La Red en Defensa de la Humanidad reunida en Caracas, proclamó en su honor el 5 de marzo como Día de la Dignidad Latinoamericana y del Caribe.