La Habana, Cuba.- Esta historia comienza cuando en Cuba los cuarteles se transformaron en escuelas y las aulas florecieron por todo el archipiélago para que tú, estudiante que desde este lunes inicias una etapa más alta en tu existencia, reflexiones sobre cuál es tu deber.

Piensa que un día que faltes en el curso perderás los conocimientos que luego no se consiguen copiando las notas de un condiscípulo, pues lo que importa es actuar en el insustituible intercambio entre profesor y alumno.

Ten en cuenta que tras la clase no basta con una tarea para la casa; es preciso profundizar en otros textos sobre el tema, redactar resúmenes, elaborar ideas; porque además de atender al maestro, para aprender hay que indagar por uno mismo, hurgar con inquietud de explorador, como si cada día hubiera que descubrir nuevas estrellas y planetas nuevos.

Maestro es guía

Para ti, educador, esta historia comienza en la campaña más gloriosa y humanitaria que hayamos emprendido, el mismo año en que el nombre de Girón dejó de ser el apellido de un corsario para hacerse victoria nuestra y esperanza de otros pueblos.

Con la alfabetización empezamos a fundar una nación instruida con el propósito de hacernos más cultos para ser completamente libres, emancipados de lo superfluo y accesorio.

En ese objetivo es  imprescindible tu providencia, que ha de ser cada vez más abarcadora y profunda; tu acción tiene que estar guiada por la necesidad de saber más, de dominar la mayor amplitud y hondura de conocimientos, de trasmitirlos con calidad. Solo la solidez de tu saber respaldará tu autoridad con la admiración, el respeto y la camaradería de tus alumnos.

Hogar, primera escuela

Más que las paredes y el techo que se comparten en tolerante convivencia, la casa es el sitio que cimenta las bases de la personalidad individual.

No siempre será cierto que “árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza”. Nadie nace predispuesto a una buena o mala conducta.

Pero la escuela no es un centro reeducador, sino el trasmisor de la instrucción, la cultura y los valores comunitarios.

En la escuela se consolida el sentido de Patria, pero el hogar funde las bases del patriotismo. En las escuelas compartirán ahora en términos igualitarios más de un millón 700 mil alumnos, pero madre y padre tienen que ser en la casa los primeros educadores de aquellos que procrearon para hacerlos ciudadanos buenos.

 

 

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