Con el advenimiento de un remoto año nuevo nació, creado por Miguel Faílde, el danzón. Era el 1ro de enero de 1879 y en el Liceo de Matanzas, lugar escogido por la juventud yumurina para celebrar bailes y parrandas, la orquesta de Faílde abrió la noche con los compases del danzón Las alturas de Simpson, primero en la historia de ese género popular bailable.

Con antecedentes en dos formas musicales que le precedieron: la danza y la contradanza, el danzón introdujo una modalidad: la orquesta típica.

Miembro de una familia de músicos, Miguel Faílde se inició en la música a los 12 años, tocando cornetín en la banda de bomberos de Matanzas.

Luego cursó armonía y composición y tiempo después dominó la viola y el contrabajo.

Termómetro de una época

En la capital cubana el danzón alcanzó gran impacto. A Las Alturas de Simpson, Faílde sumó La Malagueña, A La Habana me voy, Cuba libre y otros títulos, además de danzas, valses, pasodobles y marchas.

Cronista y termómetro de una época, el género dejó constancia para las futuras generaciones de hechos científicos, sociales y políticos, como la aparición del cometa Halley, la primera guerra mundial,  la construcción del ferrocarril y la politiquería de antaño.

Hubo danzones sobre temas de óperas italianas, como Tosca, Rogeletto, Bohemia y Madame Butterfly, así como los inspirados en acontecimientos patrióticos y deportivos.

En 1910 el danzón cambió su fisonomía al introducirle el músico José Urfé un aire sonero a su danzón El bombín de Barreto.

Reafirmar sus valores

El danzón no sufrió más alteraciones hasta que otro matancero, Aniceto Díaz, creara el danzonete o danzón cantado, en 1929.

Músicos como Raimundo Valenzuela, el propio Urfé, Cheo Jiménez y Antonio María Romeu, lo elevaron a planos estelares.

En Veracruz, México, el baile nacional de los cubanos cuenta con total preferencia. Allí existen numerosas peñas y orquestas danzoneras y el género mantiene su vigencia.

Hoy, con 140 años en su pentagrama, el danzón en Cuba está casi en el olvido y, según encuestas realizadas por instructores de arte, hay gran desconocimiento del género entre los más jóvenes, sin bien se lucha por mantenerlo vivo a través de peñas, bailables y festivales en los que se trata de reafirmar sus valores como baile nacional.