
Mirta Ines Cervantes. Foto de la autora
Paquita tiene 69 años, uno menos que la emisora a la que ha dedicado casi toda su vida; sin embargo, los años parecen no pesarle; ella no habla de achaques ni de dolores, no le teme a lo desconocido, se enfrenta a los retos con la misma intensidad de un joven de 20 años que quiere aprenderlo todo; pero quizás su mayor virtud está en la frescura de sus ideas, esas que tanta falta hacen en estos tiempos; pero que paradójicamente, son tan escasas como las piedras preciosas.
Su nombre, Mirtha Inés Cervantes, lo perdió hace 12 años cuando comenzó su sección La Cocina de Paquita, que se transmite todas las semanas en la revista dominical de Radio Reloj.
Mirtha creció como periodista en esta emisora, aprendió de “las grandes plumas” que había en su tiempo; hizo de la información –género por excelencia de la emisora- su principal arma; aprendió aquí el valor de la inmediatez noticiosa; pero sobre todo fue aquí donde entendió que la profesión de periodista es de servicio.
Le tocó dirigir en la crisis económica de los años 90, uno de los periodos más difíciles que atravesó Cuba, y salió airosa porque logró que cada trabajador diera lo mejor de sí, en una época donde eso significaba sacrificar todo y más.
En 2005 se jubiló; aun así, continua siendo relojera porque para ella SU emisora se define con una sola palabra “Corazón”…Y de su “corazón”, de alguna de sus experiencias y de lo que quisiera transmitir a las nuevas generaciones conversa con dos discípulas que se preparan para seguir sus pasos; si, porque Paquita cree en que a la juventud hay que darle oportunidades.
Me emocionó este testimonio de Mirta, al recordar cómo Radio Reloj jamás detuvo su latido ni en aquellos años terribles de los años 90, cuando Cuba tocó fondo por la crisis económica provocada por la desintegración de la URSS, la desaparición del socialismo en Europa y el recrudecimiento del bloqueo,. Una verdadera tormenta perfecta que supimos resistir, y los periodistas y trabajadores de la emisora fuimos casi héroes, como parte de este pueblo. Antes que directora, Mirta fue una de las jefas de redacción. Y con ella aprendí muchísimo. Muy exigente, pero a la vez jaranera, simpática.