Camagüey, Cuba. – Dinorah Mendoza Calderón tiene una voz clara, y enseguida se nota que se trata de alguien con vasto nivel cultural, sin embargo también se advierte una tristeza casi crónica y son fuertes los motivos.

Es ella una de las residentes en el Hogar de Ancianos Manuel Ramón Silva, en la ciudad de Camagüey, y tal vez no estuviera allí si hubiera existido una normativa como el nuevo Código de las Familias que protege legalmente a ancianos y discapacitados.

Así lo cree esta profesora de Historia; una madre que perdió a su hijo mayor en un accidente, tiene al otro con trastornos psiquiátricos y, por si fuera poco, quedó en silla de ruedas debido a un infarto cerebral hace 6 años.

Para colmo Dinorah ya no tiene casa, su céntrico domicilio en la capital agramontina se vio envuelto en un negocio verbal que implicaba a su hermana, quien no dudó en adueñarse de todo y dejarla en la calle.

Por abuelos más seguros

La historia de Fermín Soler Camejo también trata sobre otro adulto mayor que perdió su hogar por la insensibilidad de un familiar cercano.

En este caso fue su nieto quien lo despojó de su apartamento; el mismo muchacho que Fermín y su esposa criaron desde que su hija -la madre del niño- falleciera, hasta convertir al chico en un profesional.

El joven los convenció de vender la casa en un municipio para mudarse a la ciudad de Camagüey, pero nunca les compró otra; él siguió con su vida y el dinero, y hubo que internar a los viejitos en el Hogar de Ancianos donde la abuela falleció el año pasado y todavía el abuelo espera que vayan a buscarlo.

Historias como esta deben ocurrir en menor medida si aprobamos el nuevo Código de las Familias en Cuba, el cual plantea, entre otros aspectos, el derecho de los adultos mayores a elegir el lugar donde vivir y a tener una vejez digna.

Fotos y Video: Yamylé Fernández