La Habana, Cuba.- Un cuerpo vencido por la tuberculosis pulmonar quedaba en el Sanatorio La Esperanza; era el de Rubén Martínez Villena, el revolucionario y poeta-luz de las décadas del veinte y del treinta del siglo pasado.

Ese fue el hombre que lideró la Protesta de los Trece,integró la Liga Antimperialista de las Américas, el Primer Partido Comunista, la Universidad Popular José Martí, y dirigió la huelga contra Machado, a quien calificó como un asno con garras.

Intelectual que expresó que el honor vale tanto como la vida, de él quedan versos, prosa y artículos periodísticos hondos y vehementes como La pupila insomne, El Gigante y Mensaje lírico-civil.Rubén Martínez Villena murió el dieciséis de enero de mil novecientos treinta y cuatro y fue honrado en la Sociedad de Torcedores, adonde acudieron con credenciales y estandartes los delegados al recién concluido Congreso Obrero.

VIDA PLENA DE MEDIODIA

Del militante de vibrante oratoria, Rubén Martínez Villena, dijo José Zacarías Tallet: “Sabía disimular las flaquezas del prójimo, ayudar a quienes necesitaban de su ayuda”.

De su estancia en La Esperanza, Loló de la Torriente recordaba que no hablaba con el dolor del que siente que la vida se le va, sino con la elocuente convicción del que sabe que el hombre pasa, las situaciones cambian y sólo queda, renovándose, el pueblo.Pablo de la Torriente le añadió entre los hombres que legan generosos lo mejor de sí y realizan el milagro de los inmortales; un luchador portuario comentó: “Podrá uno no entenderlo, podrá no seguirlo; para creer en él basta verle los ojos”.

Y vaticinio fue el de Máximo Gómez cuando conoció a Rubén Martínez Villena en mil novecientos, en la parada de trenes de Concha; al niño de solo un año, dijo: “Tu vida tendrá luz plena de mediodía”.