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La Habana, Cuba. – En el patio de su casa en el municipio habanero de Playa, Ángel Hernández ha encontrado una verdadera fuente de alimentos para su familia y sus vecinos.

En un centenar de metros cuadrados, Hernández, ex-militar de 74 años, cultiva con esmero tomates, frijoles, plátanos, maíz, limones, vegetales y varias frutas, con los que, dice, garantiza el 60 por ciento de la alimentación de la familia.

El singular agricultor responde así al llamado gubernamental de producir alimentos, en cualquier espacio de las áreas urbanas.

Es un aporte que mitiga las necesidades y al mismo tiempo ayuda al país, asegura mientras trabaja en uno de sus canteros, improvisados con botellas vacías enterradas boca abajo.

Cuba importa cada año 2 mil millones de dólares en alimentos, una factura que puede reducirse con la producción local.

Disminuir la dependencia

Desde su pequeña parcela, Ángel Hernández está convencido de que el país puede disminuir la dependencia alimentaria del exterior, pero, asegura, es necesario trabajar duro para crear una cultura del autoabastecimiento. Hay que sembrar dondequiera que haya posibilidades para garantizar los alimentos y hacer renacer una centenaria tradición de nuestros campesinos, señala categórico.

El agricultor urbano, que no vende sus producciones sino que las regala a los vecinos, ahora está empeñado, a través de los CDR, en extender su experiencia a otras personas que también tienen patios donde sembrar alimentos.

Comprometido hasta el tuétano con la Revolución Cubana, Ángel Hernández sale cada día a trabajar en su patio, convencido de que hoy participa en otra revolución para producir alimentos dondequiera que se pueda.

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