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La entrega del armamento es una condición imprescindible para convertirse en un Partido con todas las de la ley.

La más añeja guerrilla del continente, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), comenzó un gradual desarme para cumplir los acuerdos de paz adoptados con el gobierno de Juan Manuel Santos.

Con la supervisión de Naciones Unidas, está en marcha un complicado proceso, cuyo fin último es parar la guerra y reincorporar a los guerrilleros a la vida política.

La entrega del armamento, que quedará bajo el control de la ONU antes de ser destruido, es una condición imprescindible para convertirse en un Partido con todas las de la ley.

En ese camino, la dirigencia de la guerrilla ha anunciado que en mayo próximo debe realizarse el Congreso fundacional de la nueva organización política, la que en los primeros años de trabajo recibirá condiciones especiales de financiamiento y puestos en el Congreso colombiano.

Camino a la paz

Con los restos metálicos de las armas entregadas por las FARC se deben erigir tres monumentos a la paz que se instalarán en Bogotá, en La Habana, sede de las negociaciones; y en Nueva York, donde radica la ONU.

A pesar del simbolismo, que anuncia el fin de un cruento y largo conflicto, todavía hay fuerzas que tratan de torpedear el proceso.

El ex presidente y ahora congresista Álvaro Uribe sigue con su campaña para revertir el proceso de paz, algo que parece difícil, pero no imposible.

De cara a las elecciones del año próximo, Uribe ha anunciado que su Partido busca modificar el acuerdo con la guerrilla. Sin embargo, el cumplimiento de lo pactado entre el gobierno y los insurgentes conjurará cualquier empujón en contra, sobre todo ahora que Colombia dice adiós a las armas y da la bienvenida a los votos.