Tokio, Japón. El japonés Sho Sakai quinto en la prueba salto sincronizado en trampolín de tres metros del clavado de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, un puesto que muchos envidian más allá de las medallas, pero que para el deportista nipón resultó muy doloroso.

Y es que Sakai padece de Urticaria Colinérgica, una rara enfermedad que provoca que al estar en contacto con el agua la piel se sensibilice y por lo tanto aparezcan en todo el cuerpo agudos dolores similares a pinchazos.

La hipersensibilidad dérmica aparece cuando el deportista está un rato en el agua, por lo que le resulta imposible permanecer un largo tiempo bajo la ducha y mucho menos disfrutar de una piscina.

Sin embargo, como el japonés Sakai decidió practicar clavados desde mucho antes de que le diagnosticaran la enfermedad, está obligado a lanzarse al agua varias veces al día, por lo que toma medidas con el fin de evitar los dolores.

Atleta voluntarioso

El calvario del clavadista japonés Sho Sakai comenzó en el año  2010, cuando aparecieron los primeros dolores asociados a la Urticaria Colinérgica, la rara enfermedad que padece y que le impide permanecer mucho tiempo en el agua.

Luego del diagnóstico, el voluntarioso atleta decidió continuar su carrera deportiva, lo que lo obliga a abandonar la medicación antes de cada competencia para evitar ser perjudicado en un control antidopaje.

Después de cada salto, el clavadista nipón se seca lo más rápido posible antes de volver a zambullirse, para impedir que queden sobre su piel las pequeñas gotas que podrían causarle dolor más tarde.

De esa forma, a base de voluntad, Sho Sakai, junto a su compañero Ken Terauchi, alcanzó el quinto lugar en la prueba salto sincronizado en trampolín de tres metros del clavado de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

 

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