La Habana, Cuba.- Serio, contundente y subido en la ola del optimismo, culminó la pasada semana el movimiento deportivo cubano.

Las razones de tamaña certeza merecen ser compartidas. La mayor de las Antillas ya firmó más de 260 clasificados para los juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla. A menos de un año de la esperada colisión competitiva, semejante número merece un aplaudible signo de admiración, pues el paisaje que se anuncia es de vientos y tormentas.

Por eso, a la delegación criolla le toca moldearse hasta convertirse en un muro inexpugnable, cuyos bloques sean para el adversario como llamas que quemen cualquier intento de rebelión.

De ahora y hasta que suene el pistoletazo de salida, se hará necesario para los criollos continuar ajustando detalles, y por supuesto afirmando pasaportes.

La historia pesa

Algunas rivalidades deportivas se forjan despacio, en batallas que se construyen por años y décadas.

Así se ha fraguado parte de la historia de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, donde Cuba atesora la digna osadía de ser el escalafón más alto en cuanto a títulos se refiere.

La venidera justa que organizará la ciudad colombiana de Barranquilla, amenaza con pulverizar varios récords.

Los principales favoritos para copar los primeros puestos, anuncian una guerra de desgaste que obligará a que nuestra delegación muestre su auténtico fuelle en ese tipo de lides.

Dicen que la historia pesa, en este caso la de Cuba expresa a las claras que tiene argumentos para continuar alimentando más su ya formidable palmarés.