La Habana, Cuba.- Resulta imposible no ver versos, acciones y victorias en la vida de Fidel. Interiorizar en su gigantesca obra, es una necesaria reflexión sobre la existencia de Cuba y cada uno de nosotros.
Fue el Comandante en Jefe, un incansable y entusiasta luchador. Su lenguaje, lleno de ríos, robles y flores, inundó la geografía nacional para que brotaran hombres, mujeres, médicos, trabajadores, ingenieros y atletas.
Fue el deporte escudo y adarga en la formación de Fidel. Tan determinante fue, que luego del triunfo revolucionario se propuso forjar un movimiento atlético que representara la esencia de una nación.
Su pensamiento y labor conjuró a soñadores y optimistas, que acuñaron la misión, elevando la bandera cubana en los más encumbrados escenarios deportivos.
Qué orgullo y lealtad ondeen como bandera
Quiso Fidel que los deportistas cubanos fueran en su interior como él: soñadores y fieles guerreros, aferrados al compromiso que significa defender Patria y bandera.
Ellos no le defraudaron y ayer, hoy y siempre, robustecidos de orgullo, continuarán esculpiendo victorias que brillarán como su nombre.
El movimiento atlético nacional custodiará su legado, mientras busca nuevos hitos de superación. Muchas y poderosas serán sus armas para las luchas que se avecinan, sin embargo, la más importante la cargan en sus cromosomas: ser fieles al Comandante.
Fue y seguirá siendo Fidel ese necesario e iluminado Quijote de todos los tiempos, siempre dispuesto a darnos la mano aunque el rival sea de hormigón. A su lado, triunfos y medallas brillarán mejor.