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La Habana, Cuba. – Cien jinetes escoltaron los restos de María Magdalena Cabrales Fernández, tanto en el Ayuntamiento de San Luis como en el Gobierno Provincial de Santiago de Cuba; en toda la ciudad, la bandera estuvo a media asta y varias casas guardaron luto.

Así relata el historiador Pedro García las exequias de la mambisa, fallecida el 28 de julio de 1905, en San Agustín, cerca de San Luis, y detalla que los santiagueros estuvieron a ambos lados de la calle para despedir el cortejo que la llevó hasta Santa Ifigenia.

Rendían tributo a quien, junto a su esposo, Antonio Maceo, había participado con honor en las contiendas libertarias; es el Titán quien le escribe: “La Patria ante todo; tu vida entera es el mejor ejemplo”.

María Cabrales, mujer con historia heroica propia, dejó su huella al resistir guerras, conspiraciones, destierros y traiciones por el deber ante la patria.

Loynaz y Martí

Sobre María Cabrales, el general Enrique Loynaz del Castillo evoca que ella prefirió la incertidumbre y el riesgo de la guerra, por la grandeza de ofrendar sus esfuerzos a la Patria y por la lealtad de seguir, hasta el campo ensangrentado, a su esposo libertador.

La recuerda llegando al campamento entre vítores de los orientales que le conocían desde niña las virtudes, aun más admiradas que su hermosura: “Iba por la montaña agreste y penosa, con sus compañeras: ninguna era más ágil para subir a la cumbre, ni más solícita para cuidar a un enfermo”.

A su vez, José Martí, cuando la visita a ella y a Mariana Grajales en Jamaica, dice que María Cabrales ni en la muerte vería espantos, porque le vio ya la sombra muchas veces.

El Delegado la destaca como culta matrona y mejor curandera en la guerra: “De negro va siempre vestida, pero es como si la bandera la vistiese”.