La Habana, Cuba. – A menos de tres meses de tomar el poder, la Revolución Cubana decidió -por ley- fomentar una nueva cinematografía. Como proclamaba, se aspiraba a que el cine constituyera un llamado a la conciencia, a dilucidar problemas, a formular soluciones y a plantear -dramática y contemporáneamente- los grandes conflictos del hombre.

Hace hoy 65 años nació el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC, que sentó las bases para otro cine, con personalidad propia y decisiva contribución a la cultura nacional.

Ése que ha dejado películas icónicas y creadores imperecederos, en un retrato múltiple de Cuba, con sus virtudes e imperfecciones.

La utopía dio paso a la sedimentación de una obra madura y diversificación de estilos, presta a la imprescindible renovación, con la premisa de que el cine es arte, como sentenciaba aquella ley revolucionaria.

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