Por: Carlos del Porto Blanco
Los favores dejan de ser favores cuando se les imponen condiciones. La magnanimidad no negocia con su poder». La mujer de Andros. Thornton Wilder
Hoy comentaré en la columna sobre una novela corta del autor estadounidense Thornton Wilder, “La mujer de Andros”, inspirada libremente en una comedia de Terencio. Críside es una extranjera en la isla griega de Brinos, sola pese a rodearse de los jóvenes que visitan su casa fascinados por la belleza de su cuerpo y su sabiduría, la mujer de Andros asume con dignidad su condición de cortesana culta, en una sociedad fuertemente patriarcal, y busca en su interior fuerzas para enfrentarse a la enfermedad que une los hilos de su vida y al don más terrible de los dioses: la incomunicabilidad del amor. Porque el mundo es demasiado valioso como para ser comprensible, la mujer de Andros ama todas las cosas y celebra la vida entera, con sus luces y sus sombras.
Thornton Wilder (Wisconsin, 1897 – Connecticut, 1975), único escritor galardonado con tres premios Pulitzer, cosechó éxitos por igual en la ficción histórica, la dramaturgia, el cine e incluso la música, a la que aportó los libretos de dos óperas estrenadas en Alemania y una obra teatral en la que se inspiró el musical Hello, Dolly! Pero, además se destacó como profesor, traductor y conferencista, cursó estudios de Arqueología, Lengua italiana y Literatura francesa; se desenvolvió con fluidez en cuatro idiomas y llevó a cabo una destacada investigación literaria sobre el escritor español Lope de Vega. Es el autor de obras muy conocidas como autor de novelas como “Los idus de marzo” y “El puente de San Luis Rey”.
Recibió numerosos honores a lo largo de su carrera; entre ellos la Medalla de Oro de Ficción de la Academia Americana de las Artes y las Letras, la primera Medalla Nacional de Literatura y el Premio Nacional de Ficción. Alistado como voluntario en la Segunda Guerra Mundial, alcanzó el grado de teniente coronel en el Ejército del Aire y, entre otras distinciones militares, fue nombrado oficial honorario de la Orden del Imperio Británico.
En este título Wilder viaja nuevamente al pasado -en este caso a la Grecia precristiana- en busca de respuestas válidas a algunos dilemas del presente. el amor, la enfermedad o la muerte.
Wilder logra crear un buen personaje, casi un personaje memorable: el de Críside, una cortesana extranjera y culta que violentará a la sociedad de la isla griega de Brinos, donde “el súmmum al que podía aspirar toda persona consistía en pertenecer a una familia que se remontara tan lejos en el pasado como pudieran atestiguar las urnas funerarias cubiertas de musgo”. La mujer de Andros habla, pues, de una evolución, fruto de cualquier época y en especial de una de crisis, que conmueve y sacude a todos los personajes por igual.
Con otra cita de la novela cierro esta reseña, y le invito lector que me lee a buscar esta novela de escasas 100 páginas
“Añoramos lo que no tenemos, nuestras vidas pasadas aunque, cuando las vivíamos, no éramos conscientes de nuestra propia felicidad”. La mujer de Andros.