La Habana. – En Cuba, cada municipio posee un sistema de instituciones destinadas al desarrollo cultural, que incluye desde bibliotecas y galerías, hasta lugares destinados a fomentar las habilidades artísticas en las personas.

Decir, en cualquier parte de la Isla, Casa de Cultura es convocar a la naturalidad misma de las personas que, en su tiempo libre, optan por no levitar frente al televisor o a un equipo de música, y deciden sacarle al alma lo que de luz tiene.

De modo que, en esos hogares de todos, usted lo mismo encuentra un club de mujeres tejedoras, que niños aprendiendo danzas hispánicas o un grupo que cultiva la música afro, y pequeños que encierran, entre sílabas, el sueño de ser escritores.

Cada aficionado llega a la puerta de las Casas de Cultura con su mejor sueño en vilo.

En busca de los mejores amaneceres

Han sido los Instructores de Arte los encargados de que los jóvenes aprendan en las aulas un instrumento, se involucren con la obra de Shakespeare o sueñen con ser el Picasso americano.

Además de enseñarles a hacer brotar del pecho ese otro corazón que les palpita, son quienes les dan las herramientas pedagógicas necesarias para que se conviertan, también ellos, en futuros magos del oficio a modo de que Cuba logre su aspiración cimera: ser cada vez más culta.

Pero la Isla no guarda para sí sus avances en el desarrollo cultural: del mismo modo que ha prestado su solidaridad en materia de Salud Pública y Educación, ha promovido proyectos culturales en otros pueblos.

Martí, Bolívar y Sucre, desde el ojo mágico de la memoria, deben estar esbozando una sonrisa cuando perciben un continente que se humaniza y cambia hacia mejor calidad de vida.