La Habana, Cuba. – En su contundente alegato de auto-defensa La historia me absolverá, pronunciado durante el juicio por los sucesos del Moncada, Fidel advertía que «cuando los pueblos alcanzan las conquistas que han estado anhelando durante varias generaciones, no hay fuerza en el mundo capaz de arrebatárselas».

¿Quién puede dudar, entonces, de la estirpe de nuestro pueblo, que día a día entrega al mundo su ejemplo de solidaridad, coraje y dignidad en defensa de sus logros?

Tal vez, otros no comprenden por qué, aún cuando persiste el injusto y cruel bloqueo estadounidense en la tierra de Martí, los cubanos no cejamos en los esfuerzos dirigidos a la actualización de nuestro modelo económico, así como en preservar y engrandecer las conquistas inspiradas por el reclamo de La historia me absolverá.

Un compromiso sagrado

El período histórico iniciado hace 69 años en el Moncada, no ha sido fácil. La obra revolucionaria que aquel 26 de julio echó sus cimientos, creció a pesar de múltiples adversidades y a un costo elevado de sacrificios.

Gracias a ello, Cuba dio impresionantes pasos en la atención a la infancia, la salud pública, la seguridad social, la educación y la elevación del nivel cultural. Gracias a ello, Cuba solucionó problemas que hoy agobian a otros muchos países, y esa es la obra que defendemos.

En circunstancias particularmente complejas, nuestro pueblo se crece, porque siempre ha sido batallador, valeroso y firme.

Así fue en el Moncada, donde no se dejó morir al Apóstol en el año del Centenario de su natalicio. Así es ahora, cuando sobra voluntad para mantener viva la Revolución.