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La Habana, Cuba.-  Le decían El Inmortal y El Hombre Tim a Martín Magdaleno Dihigo Llanos, el pelotero que integró conjuntos de cinco países latinoamericanos y primer cubano en las Ligas Negras, pero que no pudo jugar en las blancas de la Norteamérica racista.

Dominó las nueve posiciones, bateó con la izquierda y la derecha y dirigió equipos en un trayecto que va de 1923 a 1958.

El Maestro habita los salones de la Fama de México, Estados Unidos, Cuba, República Dominicana y Venezuela. El 20 de mayo de 1971 una trombosis cerebral le ganó en el hospital de Cienfuegos; una manifestación popular lo acompañó hasta el cementerio de Cruces, poblado donde vivió los últimos años.

Partía Martín Dihigo, de quien Cumberland Posey, propietario de los Grays, dijera que sus talentos no se comparaban con los de ningún otro hombre.

 Dihigo en la memoria

Descendiente de sargento mambí, Martín Dihigo gustaba hablar más de las guerras de independencia que de sus méritos y se le evoca sin apegos materiales, pues para él, los recuerdos estaban en la memoria.

En los años de retiro del diamante, este se dedicó a escribir una columna en el periódico hoy, a comentar de pelota en la radio y a trabajar como instructor del INDER; pero antes le precedió una vocación interna de servicio.

Se dice de sus colectas para restaurar estadios como el Palmar del Junco, el pago de funerales de compañeros olvidados, el invento de colores para sus equipos y, sobre todo, su empeño de justicia, humildad y compromiso, lo distinguieron.

Así fue Martín Dihigo, el único jugador cuatro veces seleccionado El Más Valioso, el pelotero que en dos juegos consecutivos cubrió ocho posiciones, y el que predicó que había que estudiar para formar hombres buenos.