Carlos del Porto Blanco
La música y el baile son dos artes que están íntimamente ligados. Molière
El 29 de octubre, en la segunda jornada del 28 Festival Internacional de Ballet de La Habana, Alicia Alonso, la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba acogió a figuras de varias compañías, escuelas y estilos danzarios. Esta función puede ser considerada un gran éxito por lo puesto en escena. Establecer diferencias entre lo “clásico” y lo “popular” no ayuda en el crecimiento de esta manifestación artística. La danza es una, la buena o la mala.
La función contó con 11 piezas, las que fueron muy bien acogidas por el público. End of Time, con Sadaise Arencibia y Bertho Rivero, ambos del Ballet Nacional de Cuba. Ballet 101 por Yankiel Vázquez, muy aplaudida por los asistentes, que es una obra simpática al jugar con los diferentes pasos que debe asumir un bailarín. El pas de deux de Jeunehomme (estreno en Cuba) fue bailado por Rachele Buriassi y Esnel Ramos, ambos del Les Grands Ballets Canadiens. La siguiente obra fue un clásico muy conocido en Cuba, la Muerte del Cisne, ejecutada por la ballerina Elena Vostrotina del Ballet de Zúrich. Seguidamente se bailó Delibes Suite por Mathilde Froustey y Riku Ota, ambos bailarines del Ballet de Burdeos. Y para culminar la primera parte del programa se apostó por Un poco de lo Nuestro por la Compañía de Danza Judía en México, que fue muy ovacionada por el público. Lo nuestro americano gusta, y mucho.
Después del intermedio la primera pieza que se bailó fue el Diamante, pas de deux del ballet Joyas bailado por la bailarina estadounidense Emily Bromberg y el bailarín austriaco Rainer Krenstetter. Siguió el estreno en Cuba del pas de deux, Interlinked, que fue muy bien acogido y fue ejecutado por Brandon Lawrence del Ballet de Zúrich y Tzu-Chao Chou del Birmingham Royal Ballet. A continuación, tocó el turno a el pas de deux Le Parc, que también fue un estreno en Cuba y fue bailado por Verity Jacobsen y Antoine Dubois del Ballet Preljocaj, que gustó a los presentes en el teatro. A continuación, subió a escena Aguas Primaverales por Irina Perren y Marat Shemiunov del Teatro Mijailovsky de San Petersburgo, donde el bailarín ruso se ganó, sobre todo, el plauso del público.
Para el cierre se seleccionó una obra que es un derroche de cubanía, un fragmento del mambo XXI bailado por Danza Contemporánea de Cuba, esta pieza llevó al público a ovacionar y disfrutar. Fue una linda segunda jornada para la Fiesta de la Danza. Aquí nos veremos.