La Habana, Cuba. – Una de las acciones militares más temerarias, o si se quiere audaces, de la guerra del 68, la protagonizó el Mayor General Ignacio Agramonte durante el rescate de Julio Sanguily.

El Brigadier Sanguily había concurrido al bohío de la patriota Cirila López para confiarle algunos heridos y lavar la ropa. Estando allí a la espera, es sorprendido por una avanzada de las tropas españolas y capturado, debido a su imposibilidad de ponerse al resguardo por hallarse casi invalido de una de sus piernas.

Sin embargo, uno de los ayudantes del brigadier logra escapar y transmite la mala noticia al campamento de Ignacio Agramonte. El Mayor solo pregunta donde, y enseguida convoca a la tropa.

Escoge a 34 hombres a caballo y parte con celeridad al encuentro de la leyenda. Ordena al capitán Henry Reeve, jefe de la vanguardia, que efectúe la exploración y le informe de inmediato.

El rescate de Sanguily

El 8 de octubre de 1871 se produce el encuentro de los 35 mambises comandados por Agramonte contra la tropa española compuesta por 120 hombres, que conduce prisionero al Brigadier Julio Sanguily.

El capitán Henry Reeve informa al Mayor que el enemigo se encuentra en el potrero La Esperanza, ubicado al sur de Puerto Príncipe. Con el enemigo a la vista, Agramonte desenvaina su acero y comunica que es preciso rescatar a Sanguily vivo o muerto, o perecer en la demanda.

Acto seguido ordena al corneta tocar a degüello. El relámpago de centauros abrió brecha entre los españoles, mientras los rifleros batían sus flancos.

En el parte del combate, el Mayor consignó que se había rescatado al Brigadier Julio Sanguily y 5 prisioneros más con 11 bajas al enemigo. Le leyenda cabalgaba las llanuras de Camagüey.