La Habana, Cuba. – Esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida, proclamaba Fidel hace 57 años en la esquina de 23 y 12, en el Vedado, La Habana.
Era el entierro de las víctimas de los bombardeos a varios aeropuertos cubanos y aquella masa miliciana levantó en alto los fusiles en gesto de confirmación.
Fidel pidió a todos prepararse para enfrentar una agresión y muchos salieron directo para desplegarse con sus batallones a la espera del ataque. Otros también se fueron a sus puestos de trabajo convencidos de que se avecinaban días difíciles. Había una cruenta tormenta en el horizonte, pero aquella tarde, a la convocatoria de Fidel, se selló el destino del país.
Socialismo triunfante
La respuesta militar a la invasión por Playa Girón fue contundente.
Apenas 72 horas bastaron para que los mercenarios cayeran bajo el empuje de los milicianos encabezados por Fidel.
No hubo vacilación en la contraofensiva para defender un proyecto socio-político que apenas tenía 25 meses pero que impulsaba una profunda transformación de la nación.
Aquella fue la primera sangre derramada a nombre del recién nacido socialismo cubano que entonces tuvo su bautismo de fuego.
Se ha dicho con justeza que fue la primera victoria militar contra el imperialismo en América Latina, pero no es descabellado decir que fue el primer triunfo del Socialismo en nuestra región. Fue la confirmación de que a Cuba el Socialismo llegó en la punta de los fusiles de los milicianos.