La Habana, Cuba. – Los días de abril de 1961 fueron fríos, pero la pasión revolucionaria era mayor y los milicianos se veían en cualquier lugar con pantalón verde olivo y camisa azul mezclilla.

Preludio de la invasión por Playa Girón, en la madrugada del 15, aviones mercenarios atacaron bases aéreas, entre ellas, la de Ciudad Libertad, llevando falsas insignias de las Fuerzas Aéreas cubanas; allí estaba Eduardo García Delgado, egresado de la Escuela de Artillería y designado instructor político.

Integrante de la Defensa Antiaérea, El Profesor, o El Profe, como llamaban al joven cienfueguero de 25 años, se disponía a llegar a su puesto cuando la metralla alcanzó su costado derecho.

Moribundo, Eduardo García Delgado protagonizó un hecho imborrable en la historia revolucionaria cubana al escribir en un trozo de pared, con su propia sangre, el nombre de Fidel.

La sangre numerosa

Nicolás Guillén dedicó a Eduardo García Delgado el poema La sangre numerosa; dijo el poeta: Cuando con sangre escribe/ Fidel este soldado que por la Patria muere/ no digáis miserere:/ esa sangre es el símbolo de la Patria que vive.

Nacido el 13 de octubre de 1935 en una familia de pescadores cienfuegueros, luego radicó en La Habana y participó en actos contra la dictadura batistiana.

Al triunfo de Enero, mostró su disposición para defender la Revolución a cualquier precio y fue de los primeros jóvenes en incorporarse a las Milicias Nacionales e integrar las tropas de la Defensa Antiaérea.

En carta a una amiga, Eduardo García le habló de su primera guardia de Milicia y cubrir una posta estratégica y, como premonición, dejó su legado: Este es un pueblo que está desde ahora dispuesto a morir; o se está con la Patria, o contra la Patria.